Es indiscutible el aporte cultural que da un estudiante internacional al acerbo de un país. Con pensamientos distintos y forma de actuar diferente puede llegar a contribuir de manera positiva o negativa al ambiente donde se desenvuelve. La educación superior se utiliza, entonces, para generar “ciudadanos del mundo” que contribuyan al progreso humano en general. Cuando un estudiante internacional regresa a su país de origen con nuevos conocimiento cambia de alguna manera la forma pensar, pues llega con nuevos estándares y técnicas que quizás en territorio no existían.
Los países europeos han dado pasos agigantados en temas de internacionalización de la educación, ya que al constituirse como una comunidad sus estudiantes tienen la oportunidad de viajar por todo el continente, compartir y aprender en temas de cultura y conocimientos generales. En las Américas, gracias a la desigualdad social, este privilegio no existe y todavía falta muchísimo tiempo para que se acerque. A pesar de que muchos países latinoamericanos poseen una mejor educación a nivel primario y secundario que Canadá y estados Unidos, estos dos poseen un avance tecnológico y cultural que deja a Latinoamérica años luz atrás en la educación superior. No son los recursos, ni tampoco la tecnología es la mentalidad del latino el que no le permite avanzar y alcanzar el nivel de los vecinos del norte.
Cómo estudiante extranjero en Panamá he logrado muchísimas cosas que los nacionales no han podido. No por tener más recursos sino por tener más ganas de estudiar. Las instituciones del gobierno no ofrecen NINGUNA ayuda a los extranjeros a pesar de vivir en este país por muchos años. Toda beca o ayuda financiera está destinada a los panameños que la mayoría de la veces (aunque existen miles de excepciones) no aprovechan los dineros destinados para su educación, sino que tienen miedo a salir de su zona de confort y prefieren conformarse con la vida que tienen aunque no sean felices con ella. Este no es sólo un problema de Panamá sino de muchos países de Latinoamérica, que cierran las puertas a los estudiantes internacionales y si las abren no les permiten desarrollarse como profesionales a menos que el estudiante luche y trabaje el triple que un nacional que ni se percata de los grandes beneficios que le ofrecen.
Recuerdo una vez en mi escuela secundaria cuando obtuve el segundo puesto de la escuela. Era mi turno como estudiante del 12º nivel para llevar la bandera panameña en el acto cívico. Una persona se me acercó y me dijo “no sabía que eras dominicano, que lástima que no seas panameño”. No supe que responder, porque me pareció una falta de respeto a mi persona y no quise ofender a la señora soltó dicha expresión. Pero es personas como esa que dañan el desarrollo de un estudiante internacional en cualquier país. Ese es falso nacionalismo que cierra la mente de la sociedad. Porque en mucho lugares defiendes tu nacionalidad cuando una situación así se presenta, pero cuando la nación necesita de esa nacionalidad simplemente le das la espalda.
Es importante que copiemos el sistema de trabajo de los europeos en estos menesteres si es que queremos que nuestro subcontinente mejore en temas de educación superior. No existe riesgo de perder la nacionalidad con el intercambio cultural, todo lo contrario, se fortalece al mostrar a los demás de que se trata tú país. Abramos las fronteras educativas y permitamos que el mundo vea de que se constituye cada país.
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