Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el concepto de universidad implica “una institución de enseñanza superior que comprende diversas facultades, y que confiere los grados académicos correspondientes. Según las épocas y países puede comprender colegios, institutos, departamentos, centros de investigación, escuelas profesionales, etc.”. Sin embargo, desde un punto de vista más humanístico, la universidad es el centro, lugar o área donde se forma a nivel intelectual, humano, espiritual y psicológico a un individuo que posee un interés intrínseco por obtener conocimiento en estos campos.
La promoción de la cultura, la diversidad, la ética, la democracia, la no discriminación de cualquier tipo y la formación académica del recurso humano deben ser los temas principales en la agenda de cualquier institución de enseñanza superior. Siempre se ha pensado que lo académico debe ser la meta de toda universidad, no obstante sino se brinda el ambiente necesario para que la persona se desarrolle de manera completa se obtendrán profesionales que sólo basan su actuar en lo que pueden obtener y no en el avance de la sociedad como conjunto.
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He ahí la razón por la cual se ve a la universidad como pilar del progreso de un país, pues de ella emergen ciudadanos con una formación integral que se unen a la comunidad y contribuyen al desarrollo de la misma. Personas con dicho perfil son las que deberían manejar las riendas del Estado, ya que, aunque se sabe que el poder corrompe, una persona con un alto valor intelectual, ético y moral no debería sucumbir antes las tentaciones que brindan las posiciones políticas. Por ende, no se puede negar el papel social que tienen las universidades en un territorio. Este papel debe ser activo y no solo incluye generación de profesionales sino también la protesta ante las injusticias que se dan en la sociedad, ya que allí es donde se encuentra el personal capacitado para razonar y debatir los temas polémicos que se presentan en todas las sociedades.
La mayoría de las universidades gozan autonomía en diferentes grados, pero es importante no confundir este precepto con la falta de interés en temas sociales. La autonomía se define como la capacidad de tomar sus propias decisiones sin intervención ajena. Lo escrito no significa que como se tiene sus propias reglas y obedece así mismo no tiene por qué preocuparse por el bienestar del país. Todo lo contrario, ya que al ser una entidad formadora debe preocuparse por que la inversión realizada en una persona caiga en un ambiente prospero que permita seguir desarrollando el potencial humano.
Es importante desligar la universidad de influencias y manipulaciones políticas que pretenden acallar toda voz con alto poder intelectual y humanístico. Es necesario que los gobiernos respeten la autonomía de las universidades para que estas puedan seguir creando sujetos con criterio propio alejado de cualquier fuerza externa que responde a sus propios intereses.
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